Esto de escribir es como una droga. Me libera. Me relaja. Me hace soñar.
No sé qué hacer. Estoy hasta arriba de todo. Esto me queda demasiado grande.
Estoy en la última recta del curso. Y si, es difícil. ME pongo a pensar en ello y me queda nada más que un mes, un único y misero mes. Debería de estar feliz ¿no? Pues no, no puedo. Me vienen encima una larga lista de exámenes. Efectivamente, toca estudiar para selectividad. Me agobio.
Es un mes entero de exámenes, no aguanto.
Me entran ganas de llorar. Quiero dejar todo en stop. Quiero pensar que no, que no me toca todo esto.
Además, si sólo fuese por selectividad... Pero es que se me ha añadido el final de la temporada. Es el momento más duro. Hay que trabajar más, entrenar más duro, dar siempre más. Es llegar a la perfección absoluta. Es mucha presión.
Tengo que aprender a compaginar entrenar y estudiar. Pero me gusta entrenar, eh! No `puedo dejarlo... Es lo que me hace desconectar un poco de todo esto, de todo lo que me rodea.
Y esque, a todo esto se le añadido mis problemas sociales. Eh, no me refiero que me haya cabreado con mis amigos ni que haya habido una bronca o así. Simplemente, les voy a echar de menos; mucho. El año que viene me tengo que ir a estudiar y no les veré casi nunca. Que queréis que os diga, han estado a mi lado mucho y poco a la vez. Han estado apoyándome mucho, aunque los conozca de "sólo" tres años...
Sí, a algunos les tengo más cariño que a otros, pero les echaré a todos de menos. No quiero irme. ¿Qué voy a hacer cuando me dé un bajón de los de siempre (como el de ahora)? No estarán a mi lado para hacer tonterias y sacarme una sonrisa, o para aclararme las ideas.
Sobre todo echaré de menos a uno. Seguramente ese uno leerá esto, pero ya sabe que le echaré de menos.
Pero es que me hace sentir tan bien. Tiene ese don de hacerte feliz en cualquier situación. NO sé qué es lo que tiene en realidad. Me encanta hablar con él, me alegra siempre. Ahora mismo, no puedo hablar con él, pero bueno... Lo superaré! Digamos que su apoyo es muy importante para mi. Tengo que agradecerle por ser tal y como es. ( ya suena a cliché pero bueno...) Thanks!:)
¿Habéis visto? Solo con hablar de él, me alegro aunque sea solo un poquitin.
Quiero ser como Peter Pan. NO QUIERO CRECER.
Que trauma tengo; que pasada.
Mis buenas noches están dirigidas esta vez para ése chico que he dicho antes. Realmente, eres muy buena persona. No seré la misma sin ti.
Palace
jueves, 23 de mayo de 2013
domingo, 5 de mayo de 2013
Caigo
Vuelvo a caer, un día ,más.
Este mundo me harta. Todo son apariencias, todo es juzgar y cotillear. Que mierda es todo esto. Que sí que no soy perfecta, ¿y quien lo es? Desde luego la gente que critica no lo es. Debajo de toda esa capa de falsedad y perfección inalcanzable se encuentran las peores personas que pueden existir.
¿Como pretenden que ganes confianza en ti misma, que avances haciendo caso omiso a lo que te digan si siempre van a estar ahí jodiendo la vida, recordándote que no eres nadie ni nada? Odio a esta gente hipócrita que va de divina por la vida y no son más que víboras.
Y me vuelvo a cabrear. Y me vuelvo a creer que soy horrible. Que sigo estando gorda, de que vivo en una ilusión pensando que algún día alguien me querrá.
Y vuelvo a caer.
Ya no confío en mi misma. Quiero dejarlo todo.
Esto me recuerda demasiado a cosas más fuertes que no he contado aun, y no sé si conseguiré contarlo algún día como es debido. Requiere demasiada fuerza, demasiado esfuerzo, demasiados recuerdos que no quiero recordar. ¿Como es que una sola persona pueda hundirte tanto? Y esto no es de algún lio amoroso. Esto es algo mucho más serio. Pero no quiero recordarlo.
Y vuelvo a caer, esta vez en sollozos.
Esto es una mierda.
Otro día quizás escribiré con más garra.
Palace
Este mundo me harta. Todo son apariencias, todo es juzgar y cotillear. Que mierda es todo esto. Que sí que no soy perfecta, ¿y quien lo es? Desde luego la gente que critica no lo es. Debajo de toda esa capa de falsedad y perfección inalcanzable se encuentran las peores personas que pueden existir.
¿Como pretenden que ganes confianza en ti misma, que avances haciendo caso omiso a lo que te digan si siempre van a estar ahí jodiendo la vida, recordándote que no eres nadie ni nada? Odio a esta gente hipócrita que va de divina por la vida y no son más que víboras.
Y me vuelvo a cabrear. Y me vuelvo a creer que soy horrible. Que sigo estando gorda, de que vivo en una ilusión pensando que algún día alguien me querrá.
Y vuelvo a caer.
Ya no confío en mi misma. Quiero dejarlo todo.
Esto me recuerda demasiado a cosas más fuertes que no he contado aun, y no sé si conseguiré contarlo algún día como es debido. Requiere demasiada fuerza, demasiado esfuerzo, demasiados recuerdos que no quiero recordar. ¿Como es que una sola persona pueda hundirte tanto? Y esto no es de algún lio amoroso. Esto es algo mucho más serio. Pero no quiero recordarlo.
Y vuelvo a caer, esta vez en sollozos.
Esto es una mierda.
Otro día quizás escribiré con más garra.
Palace
jueves, 2 de mayo de 2013
Aclarar
Es verdad que he vivido momentos difíciles además de muy bonitos y divertidos.
Pero ahora mismo quiero explicar un momento, una época bastante larga, y muy dolorosa.
Pero para curar heridas del pasado, lo mejor es hablarlo. Pero no suelo saber con quién hacerlo. Así que me dirijo al vacío, a la inmensidad de internet.
Nunca había sido infeliz durante mi tierna infancia. Tuve muchos amigos, me reía continuamente, y no pensaba en el qué dirán. Todo cambió en sexto.
Me cambié de colegio ese año. Yo era nueva, no conocía a nadie. Yo era mucho de ir a mi bola, de contar muchos chistes, de divulgar energía positiva y alegría (lo juro). La verdad es que físicamente no estaba delgada, pero tampoco estaba gorda. Sólo que en mi clase, todas las chicas eran delgadas. Yo quedaba entonces como la gorda del grupo. Mis nuevas "amigas" eran todas unas divinas, pijas, como de película americana. Y ahí, yo si que destacaba: gordita y normal, sin ropa de marca pija.
Las cuatro chicas eran guapas y ligaban un montón Al principio, en trabajos de clase siempre alguna se ponía conmigo. Pero no duró mucho. Poco a poco me fueron marginando de una manera impresionante. No me acuerdo muy bien, pero de repente los chicos se empezaron a meter conmigo. Siempre me llamaban gorda y foca. Claro que me cabreaba, y mucho. Y lo seguían haciendo. Me acuerdo especialmente de dos chicos, los típicos cabecillas del grupo, los dos unos pijos, la verdad (uno es golfista y el otro es un pijo de ciudad, un niño de papá). Me marginaban siempre que podían. Se metían siempre conmigo: "¡ cállate gorda!", " que eres una foca, ¿oyes?"...
Me acuerdo de que me empujaban en el pasillo y decían "joder gorda, que ocupas todo".
Palabras que me traumatizaron de por vida. Hasta cuatro de la ESO tuve que aguantar a los dos payasos siempre insultándome marginandome, en cada mínima ocasión que tenían Perdí toda confianza que tenía. ¿ Qué quieres que te diga? Al pasarte cuatro años de tu adolescencia aguantando a gente así te cansas. Cada día levantarte teniendo una esperanza de que hoy no, hoy no se meterán conmigo. Pero olvídalo, los idiotas siempre vuelven a hacer idioteces. No puede faltar ningún día.
Al final no te queda otra que aceptar. Que darte cuenta de que eres una foca, que eres una gorda y una rara. Que eres una margi, que eres fea, que eres gilipollas. Que eres una leprosa, que eres una vaca, que no vas a cambiar nunca por ser una gorda de mierda.
Podría seguir con la lista de qué debería de ser si me hubiese callado y hubiese aceptado. Pero yo no era y no soy así.
¿Ahora?
Es un trauma. Que dolor pueden causar unas palabras. Y ahora, ellos lo verán como si nada. Como si no hubiesen dicho nada, como si no hubieran hecho nada. Pero yo misma llevo las marcas, llevo la prueba. Ya no confio en mi físico. He adelgazado sí,pero soy insegura. Son ganas de llorar y rabia acumulada que se muestran por esa desconfianza, un trauma como lo he dicho antes. Ahora mismo, brotan a mis ojos lágrimas frías del recuerdo y calientes del enfado. Pero me aguanto. No me queda otra. No quiero volver a caer.
Esta es sólo una parte del trauma. No me apetece profundizar. No lo veo útil.
Vivimos en una sociedad en la que se sigue a la gilipollez y se juzga por el físico. Se fomenta las estupideces y se margina a la diferencia. Viva este mundo.
Pero siempre habrá tontos, y como lo dice Forest Gump "tonto es el que hace tonterias". Siempre los ha habido, y siempre los habrá. Toca ser fuerte.
Palace
Pero ahora mismo quiero explicar un momento, una época bastante larga, y muy dolorosa.
Pero para curar heridas del pasado, lo mejor es hablarlo. Pero no suelo saber con quién hacerlo. Así que me dirijo al vacío, a la inmensidad de internet.
Nunca había sido infeliz durante mi tierna infancia. Tuve muchos amigos, me reía continuamente, y no pensaba en el qué dirán. Todo cambió en sexto.
Me cambié de colegio ese año. Yo era nueva, no conocía a nadie. Yo era mucho de ir a mi bola, de contar muchos chistes, de divulgar energía positiva y alegría (lo juro). La verdad es que físicamente no estaba delgada, pero tampoco estaba gorda. Sólo que en mi clase, todas las chicas eran delgadas. Yo quedaba entonces como la gorda del grupo. Mis nuevas "amigas" eran todas unas divinas, pijas, como de película americana. Y ahí, yo si que destacaba: gordita y normal, sin ropa de marca pija.
Las cuatro chicas eran guapas y ligaban un montón Al principio, en trabajos de clase siempre alguna se ponía conmigo. Pero no duró mucho. Poco a poco me fueron marginando de una manera impresionante. No me acuerdo muy bien, pero de repente los chicos se empezaron a meter conmigo. Siempre me llamaban gorda y foca. Claro que me cabreaba, y mucho. Y lo seguían haciendo. Me acuerdo especialmente de dos chicos, los típicos cabecillas del grupo, los dos unos pijos, la verdad (uno es golfista y el otro es un pijo de ciudad, un niño de papá). Me marginaban siempre que podían. Se metían siempre conmigo: "¡ cállate gorda!", " que eres una foca, ¿oyes?"...
Me acuerdo de que me empujaban en el pasillo y decían "joder gorda, que ocupas todo".
Palabras que me traumatizaron de por vida. Hasta cuatro de la ESO tuve que aguantar a los dos payasos siempre insultándome marginandome, en cada mínima ocasión que tenían Perdí toda confianza que tenía. ¿ Qué quieres que te diga? Al pasarte cuatro años de tu adolescencia aguantando a gente así te cansas. Cada día levantarte teniendo una esperanza de que hoy no, hoy no se meterán conmigo. Pero olvídalo, los idiotas siempre vuelven a hacer idioteces. No puede faltar ningún día.
Al final no te queda otra que aceptar. Que darte cuenta de que eres una foca, que eres una gorda y una rara. Que eres una margi, que eres fea, que eres gilipollas. Que eres una leprosa, que eres una vaca, que no vas a cambiar nunca por ser una gorda de mierda.
Podría seguir con la lista de qué debería de ser si me hubiese callado y hubiese aceptado. Pero yo no era y no soy así.
¿Ahora?
Es un trauma. Que dolor pueden causar unas palabras. Y ahora, ellos lo verán como si nada. Como si no hubiesen dicho nada, como si no hubieran hecho nada. Pero yo misma llevo las marcas, llevo la prueba. Ya no confio en mi físico. He adelgazado sí,pero soy insegura. Son ganas de llorar y rabia acumulada que se muestran por esa desconfianza, un trauma como lo he dicho antes. Ahora mismo, brotan a mis ojos lágrimas frías del recuerdo y calientes del enfado. Pero me aguanto. No me queda otra. No quiero volver a caer.
Esta es sólo una parte del trauma. No me apetece profundizar. No lo veo útil.
Vivimos en una sociedad en la que se sigue a la gilipollez y se juzga por el físico. Se fomenta las estupideces y se margina a la diferencia. Viva este mundo.
Pero siempre habrá tontos, y como lo dice Forest Gump "tonto es el que hace tonterias". Siempre los ha habido, y siempre los habrá. Toca ser fuerte.
Palace
No hay amor sin odio
Está lloviendo.
El cielo está oscuro, pero yo hoy lo veo todo más claro.
Me doy cuenta de que me he empezado a enamorar. Creo. No lo sé claramente.
Cada vez tengo más ganas de hablar con él. Y luego, aunque nos quedemos sin tema de conversación, me gusta sentir que está ahí, frente a mi. Aunque hablemos por el chat, y no lo vea directamente, me gusta pensar que está al otro lado, pendiente de lo que vaya a escribir. Me gusta pensar que tiene ganas de hablarme.
Cuando no hablamos, me rayo. Tengo ganas de hablar de algo, de lo que sea, mientras hable con él. Cuando se nos queda la conversación en pausa, me pico. Yo quiero que me hable. No quiero que solo sea yo la que lo intente, no lo sé.
Cada vez siento más ganas de verle. Y la cosa es que le veo básicamente todos los días. Y es verlo y sonrio. Necesito contacto físico con él, necesito que me abrace. Cuando lo hace, tengo una sensación muy extraña.
¿Amor, tal vez? No lo veo muy claro.
La verdad es que ahora mismo no me fío de mis sentimientos, ni de la gente en general.
La última vez que me enamoré acabó todo muy mal.
Me enamoré de mi mejor amigo. Era moreno, cariñoso y agradable. Ademas, era muy guapo. Me acuerdo que antes de que sintiera algo por él, se hacia pasar por mi novio, para que las chicas que andaban detrás de él le dejaran en paz. Yo le seguía el juego por que no me importaba ayudar a mi mejor amigo. Pero poco a poco empezaron a surgir sentimientos antes desconocidos. Tenía ganas de verle siempre. Quería hablar con él siempre. Cuando quedábamos siempre me quedaba cerca de él, como otra de las chicas que se quedaban embobadas. Me fijaba en todos sus movimientos como si fueran hechos por un ser divino, atenta. Un día, el 31 de diciembre más exactamente, me declaré. Él ya llevaba unas semanas preguntadome quién me gustaba. Yo siempre me reía y cambiaba de tema. Pero esa noche, antes de irme a cenar con la familia, se lo dije. Muy infantilmente claro. Me acuerdo perfectamente dónde era, quienes estábamos todo. Cerca del río de mi pueblo, estábamos dos amigos, él y yo sentados en un banco. Ya había empezado a oscurecer, y el frío ya se hacía notar. El calor humano era el mejor sistema para seguir calentitos. Nos reíamos de todo, de chistes, de historias,... Y me lo volvió a preguntar. Esta vez lo hizo por el móvil Escribió en notas: "Dime quién te gusta..." Me dio su móvil. Lo leí y me sonrojé. Cuando le miré el me sonrió y siguió riéndose con los otros dos, disimulando. No sabía qué responderle. Simplemente se lo devolví, sin escribir nada. Cogió el móvil, y me lo devolvió. "Enserio, dime quién te gusta... ¿por que no me lo dices?". Fue entonces, sin saber por qué, ni cómo, una fuerza me empujó a responder. "Por que eres tú". Precipitadamente, se lo di, y les dije que me tenía que ir. Supongo que lo leyó. No me giré a ver si lo leía. No sabía qué había generado por esas cuatro palabras. Llegué a casa, aún inconsciente, como drogada, sin saber qué hacer.
Así empezó todo. Él hizo como si no lo hubiese leído. Pensé que no le interesaba, y que nuestra amistad se había perdido para siempre. Pero no, fue como si nada hubiese ocurrido. Intenté verlo sólo como mi mejor amigo, nada más. Empecé a creerme que ya no me gustaba. Pero qué ingenua era yo. Uno de nuestros amigos celebró su cumpleaños en su casa, y nos quedamos todos a dormir allí. Nos quedamos sólo los dos despiertos, toda la noche. Como dos mejores amigos, haciendo la apuesta de quién aguantaba más sin dormir. Ganamos los dos. Hablamos toda la noche, de todo, de nada. Y volvió ese sentimiento. los dos tumbados al lado, rozándonos las manos, frágiles. Pero no ocurrió nada más que eso. No lo sabíamos entonces pero en ese momento nos queríamos el uno al otro.
Pocos días después me dijeron que fui diciendo por ahí que tal y tal eran unas putas, unas guarras, que iba insultando a la gente. Todos decían que él les había dicho. Me acuerdo que me dolió y mucho. No sé porqué empezó a ignorarme. Empezó a llamarme falsa, fea, y lo peor gorda. Sabía que eso era lo que más me dolería. Fue un golpe muy bajo de su parte. Me conocía perfectamente. Sabía que eso me haría rabiar, que sufriría, y cómo. De repente, dejó de hablarme.
Pasé de estar enamorada perdida de él, de ser su mejor amiga, a odiarlo con todas mis fuerzas, en una sola semana. Me acuerdo que sufrí mucho. La cantidad de veces que me quedaba tumbada en la cama boca arriba, aguantándome las ganas de llorar, para evitar que el muy cabrón tuviera la oportunidad de salirse con la suya, es decir que llorara por él.
Hoy en día lo veo y tengo ganas de vomitar. Sólo hablar de él me cabrea, me da asco. Lo veo y tengo ganas de decirle "¿De qué vas?". El odio hacía él es muy fuerte. No sabía que yo pudiera sentir algo así.
Pero ¿sabéis que os digo? Que el único que ha perdido ha sido él. Yo he ganado mucho. He aprendido a levantarme en un momento oscuro y complicado. He aprendido a no ser tan ingenua. He ganado fuerza y experiencia para esta vida.
Lo único que he perdido con él ha sido tiempo, y parte de confianza. Pero esa confianza la estoy recuperando, poco a poco.
Siempre habrá algo mejor,
Palace
El cielo está oscuro, pero yo hoy lo veo todo más claro.
Me doy cuenta de que me he empezado a enamorar. Creo. No lo sé claramente.
Cada vez tengo más ganas de hablar con él. Y luego, aunque nos quedemos sin tema de conversación, me gusta sentir que está ahí, frente a mi. Aunque hablemos por el chat, y no lo vea directamente, me gusta pensar que está al otro lado, pendiente de lo que vaya a escribir. Me gusta pensar que tiene ganas de hablarme.
Cuando no hablamos, me rayo. Tengo ganas de hablar de algo, de lo que sea, mientras hable con él. Cuando se nos queda la conversación en pausa, me pico. Yo quiero que me hable. No quiero que solo sea yo la que lo intente, no lo sé.
Cada vez siento más ganas de verle. Y la cosa es que le veo básicamente todos los días. Y es verlo y sonrio. Necesito contacto físico con él, necesito que me abrace. Cuando lo hace, tengo una sensación muy extraña.
¿Amor, tal vez? No lo veo muy claro.
La verdad es que ahora mismo no me fío de mis sentimientos, ni de la gente en general.
La última vez que me enamoré acabó todo muy mal.
Me enamoré de mi mejor amigo. Era moreno, cariñoso y agradable. Ademas, era muy guapo. Me acuerdo que antes de que sintiera algo por él, se hacia pasar por mi novio, para que las chicas que andaban detrás de él le dejaran en paz. Yo le seguía el juego por que no me importaba ayudar a mi mejor amigo. Pero poco a poco empezaron a surgir sentimientos antes desconocidos. Tenía ganas de verle siempre. Quería hablar con él siempre. Cuando quedábamos siempre me quedaba cerca de él, como otra de las chicas que se quedaban embobadas. Me fijaba en todos sus movimientos como si fueran hechos por un ser divino, atenta. Un día, el 31 de diciembre más exactamente, me declaré. Él ya llevaba unas semanas preguntadome quién me gustaba. Yo siempre me reía y cambiaba de tema. Pero esa noche, antes de irme a cenar con la familia, se lo dije. Muy infantilmente claro. Me acuerdo perfectamente dónde era, quienes estábamos todo. Cerca del río de mi pueblo, estábamos dos amigos, él y yo sentados en un banco. Ya había empezado a oscurecer, y el frío ya se hacía notar. El calor humano era el mejor sistema para seguir calentitos. Nos reíamos de todo, de chistes, de historias,... Y me lo volvió a preguntar. Esta vez lo hizo por el móvil Escribió en notas: "Dime quién te gusta..." Me dio su móvil. Lo leí y me sonrojé. Cuando le miré el me sonrió y siguió riéndose con los otros dos, disimulando. No sabía qué responderle. Simplemente se lo devolví, sin escribir nada. Cogió el móvil, y me lo devolvió. "Enserio, dime quién te gusta... ¿por que no me lo dices?". Fue entonces, sin saber por qué, ni cómo, una fuerza me empujó a responder. "Por que eres tú". Precipitadamente, se lo di, y les dije que me tenía que ir. Supongo que lo leyó. No me giré a ver si lo leía. No sabía qué había generado por esas cuatro palabras. Llegué a casa, aún inconsciente, como drogada, sin saber qué hacer.
Así empezó todo. Él hizo como si no lo hubiese leído. Pensé que no le interesaba, y que nuestra amistad se había perdido para siempre. Pero no, fue como si nada hubiese ocurrido. Intenté verlo sólo como mi mejor amigo, nada más. Empecé a creerme que ya no me gustaba. Pero qué ingenua era yo. Uno de nuestros amigos celebró su cumpleaños en su casa, y nos quedamos todos a dormir allí. Nos quedamos sólo los dos despiertos, toda la noche. Como dos mejores amigos, haciendo la apuesta de quién aguantaba más sin dormir. Ganamos los dos. Hablamos toda la noche, de todo, de nada. Y volvió ese sentimiento. los dos tumbados al lado, rozándonos las manos, frágiles. Pero no ocurrió nada más que eso. No lo sabíamos entonces pero en ese momento nos queríamos el uno al otro.
Pocos días después me dijeron que fui diciendo por ahí que tal y tal eran unas putas, unas guarras, que iba insultando a la gente. Todos decían que él les había dicho. Me acuerdo que me dolió y mucho. No sé porqué empezó a ignorarme. Empezó a llamarme falsa, fea, y lo peor gorda. Sabía que eso era lo que más me dolería. Fue un golpe muy bajo de su parte. Me conocía perfectamente. Sabía que eso me haría rabiar, que sufriría, y cómo. De repente, dejó de hablarme.
Pasé de estar enamorada perdida de él, de ser su mejor amiga, a odiarlo con todas mis fuerzas, en una sola semana. Me acuerdo que sufrí mucho. La cantidad de veces que me quedaba tumbada en la cama boca arriba, aguantándome las ganas de llorar, para evitar que el muy cabrón tuviera la oportunidad de salirse con la suya, es decir que llorara por él.
Hoy en día lo veo y tengo ganas de vomitar. Sólo hablar de él me cabrea, me da asco. Lo veo y tengo ganas de decirle "¿De qué vas?". El odio hacía él es muy fuerte. No sabía que yo pudiera sentir algo así.
Pero ¿sabéis que os digo? Que el único que ha perdido ha sido él. Yo he ganado mucho. He aprendido a levantarme en un momento oscuro y complicado. He aprendido a no ser tan ingenua. He ganado fuerza y experiencia para esta vida.
Lo único que he perdido con él ha sido tiempo, y parte de confianza. Pero esa confianza la estoy recuperando, poco a poco.
Siempre habrá algo mejor,
Palace
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)